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Síndrome del Impostor y Ansiedad por la Productividad: dos caras de una misma moneda

Sentirse no merecedor del éxito pese a los logros o no poder parar de “hacer” para sentirse valioso son síntomas que afectan cada vez a más personas en entornos laborales exigentes. El síndrome del impostor y la ansiedad por la productividad no solo impactan la salud mental, sino también el bienestar general. ¿Cómo identificarlos y salir de ese ciclo?

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Buenos Aires, 28 de mayo de 2025 — Según un informe de Asana*, el 62% de los empleados a nivel mundial afirman haber sentido el “síndrome del impostor” en algún momento. Aunque no está catalogado como un trastorno psicológico clínico, es un fenómeno muy común que afecta a personas en todos los niveles profesionales.

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico donde personas exitosas y competentes, a pesar de la evidencia de sus logros, experimentan una sensación permanente de no ser merecedoras de ese reconocimiento y se sienten impostores, con miedo de ser descubiertos.  Una percepción de inseguridad frente a los logros laborales, les permite atribuir sus logros a factores externos o a la “suerte” en lugar de reconocer sus propias habilidades y competencias.

Se expresa a través de:

  • Dudas constantes sobre las propias capacidades.
  • Miedo al fracaso o a ser descubiertos como un “fraude”.
  • Incapacidad para disfrutar o celebrar los logros personales.
  • Ansiedad, estrés y autocrítica excesiva.

A su vez, una de las características comunes del síndrome es su naturaleza cíclica; un ciclo autoalimentado de pensamientos y emociones negativas que experimenta la persona:

  • Un logro importante genera ansiedad.
  • Se atribuye el éxito a causas externas.
  • Aumenta el miedo a ser “descubierto”.
  • Puede derivar en autosabotaje o sobreesfuerzo.

A menudo, esta autopercepción negativa se alimenta de una cultura laboral hipercompetitiva, que exige rendimiento constante y deja poco margen para el error o el descanso.

En ese contexto, emerge un segundo fenómeno estrechamente vinculado: la ansiedad por la productividad. Este síntoma se manifiesta como la necesidad constante de estar produciendo, incluso fuera del horario laboral. La presión por “ser útil” todo el tiempo ha sido reforzada por las redes sociales, los discursos motivacionales que apelan permanentemente al logro del éxito y la cultura del hustle —entendida como esfuerzo constante o trabajo duro—, donde descansar se percibe como una pérdida de tiempo.

Ambos fenómenos comparten una raíz común: la autoexigencia extrema y la falta de reconocimiento personal. Mientras el síndrome del impostor mina la autoestima desde la percepción de no ser suficiente, la ansiedad por la productividad refuerza esa idea a través del hacer constante, sin descanso.

Es pertinente aclarar, que si bien ser desconfiado de uno mismo y tener baja  autoestima propician la aparición del síndrome del impostor, el impacto de los factores del entorno no deben ser subestimados. Por ejemplo, salir de la zona de confort es una gran variable que puede aumentar el síndrome del impostor, incluso a aquellas personas con alta autoestima.

¿Cómo cambiar esta percepción?

Contar con herramientas de autocuidado, apoyo emocional y gestión del tiempo es clave. Por eso, Martha Reynoso, mentora de reivindicación profesional y Coach del Capítulo ICF República Dominicana, recomienda estrategias personalizadas para abordarlos de forma consciente y saludable: 

  1. Registra tu diálogo interno

Imagina que eres el asistente de un guionista y tu tarea es capturar cada palabra que el director menciona para el guión de la película, incluyendo el tono y la manera de decirlo. Si quieres hacerlo más divertido, ponele nombres a las voces de tu diálogo interno.

  1. Escucha más allá de las palabras

Revisá lo que has registrado. Convertite en un investigador que busca entender profundamente de dónde vienen esos pensamientos. ¿Son frases que has escuchado antes de alguien más? ¿Qué relación tienen con la forma en que creciste o con la cultura en la que vivís? Buscá evidencias que desafíen esas creencias.

  1. Cambia la perspectiva

Ahora que has identificado esos pensamientos y comprendés mejor de dónde vienen, imaginate que le están ocurriendo a tu mejor amigo, alguien a quien valorás y admirás profundamente. ¿Qué le dirías con cariño? ¿Cómo lo harías sentirse apoyado? ¿Qué posibilidades verías para él o ella que quizás no está viendo? Practicar esta empatía hacia vos mismo te permitirá tratarte con más compasión y gestionar esos pensamientos con mayor claridad y equilibrio.

Si estás atravesando un proceso de reinvención y el Síndrome del Impostor aparece con fuerza, recuerda esto: No necesitas hacerlo perfecto para merecer avanzar. Te invito a utilizar el método ARA, que significa “ahora” en catalán. Es una guía sencilla y práctica para esos momentos en que dudas de ti mismo:

  • Alimenta tu confianza, intencionalmente.
  • Reconoce lo que te estás diciendo
  • Atrévete con todo, aún con miedo.

Se amable con vos mismo. Esto no se trata de hacerlo todo bien, se trata de no rendirte y honrar quién eres, ese es el secreto.

El coaching puede ser una gran herramienta para superar tanto el síndrome del impostor como la ansiedad por la productividad. El coach puede ayudar a encontrar las causas y generar estrategias clave para revertirlas y convertirse en la persona que uno se merece ser. 

*2023. Índice de la anatomía del trabajo – Informe global


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